PARARSE PARA PODER VER

Sigo estando convencido, igual que hace unos años, que si siempre hacía lo mismo, estaba con las mismas personas y recorría los mismos caminos, no encontraría nuevas fuentes de inspiración. Esa búsqueda y trabajo por encontrar lo inspirador me llevó a un curso en el Museo Guggenheim de Bilbao llamado “Narrativas en el arte contemporáneo”.

Iba con ganas, con todo mi empeño para encontrar elementos susceptibles de ser aplicados en mi trabajo de acompañamiento y desarrollo de las organizaciones. Entiendo que ese, por encima de lo que haya, es el estado fundamental para que seas capaz de descubrir algo. Mi intención era encontrar una idea, un pequeño método…por complicado que resultara..

En el cascarón de titanio donde se llevaban a cabo las jornadas, me encontré con una ponencia de una mujer llamada Rika Burnham: “Al final del ojo y de la mente: pautas para la enseñanza en el siglo XXI”, que me dejó atónito. Rika hablaba de que se tenía que producir un cambio en las formas en las que se enseñaba el arte, dejando que cada persona interpretara una obra de forma libre, sin que otra le dijera qué debía ver en ella. A esto Rika lo llamaba “si no te paras no podrás ver”. Su hablar pausado y sus ideas fueron llenándome a lo largo de los minutos, enganchándome como pez al anzuelo, con mi cabeza cada vez más agitada y mi emoción desbordada. Durante su ponencia fui encontrando elementos de mi mundo organizacional y consultoría que ella estaba tratando en el mundo de la educación en el arte. Acabé conmocionado por lo que acababa de oír. Nada más terminar su conferencia sentía que necesitaba hablar con Rika, por lo que me acerqué  hasta ella y traté de explicarle que necesitaba hablar más tiempo con ella, comer, tomar un café, pasear…quise aprovechar la oportunidad que la vida me estaba dando. Rika accedió a comer en el museo conmigo. La conversación empezó a cuajar, convirtiéndose en un diálogo cada vez más interesante. Hablamos de su trabajo y del mío, y fuimos encontrando nexos de unión y diferentes vías de desarrollo, para llegar a conclusiones similares aplicables en ambas profesiones.

Lo hablado necesitaba un ejercicio vivencial y Rika me invito a ello. Visitamos juntos el museo Guggenheim, para experimentar en carne propia lo hablado.  Allí nos detuvimos en la obra “99 lobos”, del autor Cai Guo-Qiang. Una gran instalación en una sala enorme, de unos lobos que en parábola se lanzan contra un cristal, chocándose…Estuvimos parados en silencio junto a uno de los lobos y ahí permanecimos cerca de 10 minutos observando la obra. Transcurrido ese tiempo Rika me preguntó: “¿Qué ves?”. Yo tengo una gran afición por la historia, así que tenía claro que estaba viendo a los soldados napoleónicos tratando de invadir una ciudad amurallada, pegándose contra las barreras invisibles que los defensores habían puesto. Rika me dio su punto de vista respecto a la obra y, así, durante media hora, opinamos sobre las diferentes perspectivas y fuimos construyendo una interpretación única e irrepetible.

Una vez discutidas nuestras opiniones decidimos preguntar a una mujer que se encontraba observando la obra.

  • Perdone, hmm, mire, estamos haciendo un experimento y …bueno…nos gustaría saber que es lo que usted ve en la obra.

La mujer no titubeo:

  • Está claro es una alegoría a que, en la corriente intelectual del mundo parece que todos somos libres, pero en realidad todos estamos alineados con un mismo pensamiento.

Asombrados con su respuesta, Rika quiso preguntar a otra persona alejada que se encontraba en la sala y el hombre sorprendentemente respondió:

  • Es evidente que el autor nos quiere trasladar la idea de que, por muy libres que nos sintamos, en realidad el mundo está alineado con un mismo pensamiento.

¡La misma respuesta, habíamos obtenido la misma respuesta! Ante esta asombrosa situación, decidimos acercarnos a mirar lo que decía el cartel con la descripción de la obra, situado en la entrada de la sala. ¡Ahí estaba la contestación! en ese cartel estaba escrito lo mismo que nos habían respondido los dos interpelados.

Aquella experiencia fue un gran aprendizaje, era lo que Rika nos había contado en la conferencia. Estas personas no habían sido libres en el pensamiento y habían visto lo que alguien les había dicho que tenían que ver. Y su propia libertad para leer el cartel fue su propia limitación a la hora de interpretar la obra.

Aquella experiencia, junto la del día siguiente en el fantástico Museo de Bellas Artes, fue todo un aprendizaje y todavía espero el día en el que volver a visitar a Rika en la Frick Collection de Nueva York, donde ahora desempeña su valioso trabajo. No esperaba que de una conferencia sobre arte y creatividad pudiera sacar algo tan valioso tanto para mi trabajo, como para la vida en general.

Estoy convencido que las personas y las organizaciones necesitamos pararnos para poder ver. Esta vida en la que estamos inmersos es una carrera continua, con poco tiempo para el sosiego y nulo para la reflexión enriquecedora y orientadora. Pero la lección de Rika para mí fue doble, no sólo hace falta pararse, también hay que realizarlo en las formas adecuadas, dejando fluir todo el conocimiento y dejándote influir de diferentes percepciones que existen de nuestra realidad, de nuestro futuro.

¡Thanks Rika!